Crucero por el Rin y Mosela-Viaje 2022 (I)




(Imagen: Cochem)

Por fin llegó la hora de poder tomar unas pequeñas vacaciones, y retomar la costumbre de los viajes, interrumpida por los motivos que todos conocemos.

Este año el viaje ha sido un poquito más cercano y cómodo de lo que tenemos por costumbre: un crucero por el Rin y el Mosela, en el que se recorrían unas cuantas ciudades de Alemania y Francia.

Normalmente, solemos optar por viajes un poco menos convencionales, algo más “aventureros”. Pero este año no disponíamos de mucho tiempo, y el viaje que teníamos previsto se tuvo que suspender, así que decidimos hacer un recorrido más tranquilo.

No somos aficionados a los “macro-cruceros” en esos barcos que parecen rascacielos sobre el mar, pero éste era un crucero fluvial, con un barco pequeño (aunque no estaba lleno, habría unas 40 personas y la capacidad no creo que supere los 60 pasajeros), y con un toque algo más “relajado” que el tradicional crucero por mar a la hora de visitar las distintas escalas.


Aquí podéis ver el barco, amarrado en Mainz. 



Como todo, es una forma de viajar que tiene sus ventajas y sus inconvenientes, sus pros y sus contras.

¿Pros? Llegas a tu camarote, deshaces la maleta y te olvidas ya del equipaje hasta el último día. Podrá pareceros una tontería, pero cuando haces un viaje con varias escalas, lo más incómodo es andar todo el día abriendo y cerrando las maletas y buscando lo que necesitas.

Resulta también comodísimo el hecho de que, como el río atraviesa las ciudades, cuando haces escala los puntos de amarre quedan, generalmente, en el centro del lugar que vas a visitar, o al menos cerca de alguna población. Con lo cual, después de hacer la visita guiada, dispones de tiempo libre y puedes entrar y salir con tranquilidad: cada uno decide si quiere descansar o prefiere seguir “pateando” las ciudades.  

Tuvimos, además, la suerte de contar con muy buenos guías.

Además, se come en el propio barco. Aunque a mí me suele gustar explorar la cocina de los lugares que visito, tampoco me importó en esta ocasión lo de comer en el barco, que tenía una cocina estupenda. Por otro lado, entiendo que para la gente que no hable al menos inglés o que no esté acostumbrada a viajar resulte mucho más sencillo no tener que andar calentándose la cabeza a la hora de ir a un restaurante.

Es también muy agradable el hecho de ir navegando de noche, o mientras comes o descansas, contemplando las orillas del río, y leyendo en tu camarote o en cubierta,  o tomando algo en el bar. 

Impresiona mucho la cantidad de tráfico que tiene el Rin, no sólo de barcos de recreo sino de transporte de contenedores, minerales, productos agrícolas, maquinaria, madera... El río constituye una importantísima vía de comunicación.


¿Contras? Pues, lógicamente, dispones de menos libertad que si viajas por tu cuenta. Y por otra parte, no llegas a profundizar demasiado en las ciudades que visitas, realmente sólo ves pinceladas de cada lugar. Eso sí, hay zonas del Rin-Mosela que sólo se aprecian bien desde el barco, y ciertos recorridos resultan mucho más largos y complicados si se tienen que hacer por carretera.

Otra cosa que a nosotros no nos va nada es todo el tema de la “animación” de los cruceros. Valoro y respeto muchísimo el trabajo de los animadores, pero, personalmente, no me gustan ese tipo de actividades. Pero, educadamente, comentamos que no teníamos interés en participar, y no hubo problema alguno.

Hay gente, sin embargo, que disfruta muchísimo con esas actividades. Nosotros preferíamos quedarnos leyendo un libro o tomando algo en el bar de la cubierta trasera, sin tanto jaleo.

Como comento, sólo podré dar alguna pequeña pincelada de cada ciudad, y compartir algunas fotos. Pero es un viaje que recomiendo mucho, muy agradable, tranquilo e interesante.

El crucero partía de Mainz (Maguncia), ciudad famosa, entre otras cosas, por ser la patria de Gutenberg, el inventor de la imprenta.


Poco puedo contaros de esta ciudad, puesto que sólo hicimos una rápida visita y comimos en un bar de la plaza (un “schnitzel”, filete empanado muy finito, que estaba muy rico, y que puede ser de ternera o cerdo). Las casas que veis, aunque presentan una bonita fachada, son, en realidad, un "trampantojo", puesto que se trata de una reconstrucción que oculta edificios modernos.

Por desgracia, estaban cerrados los museos, y en la catedral había una boda y no se permitía la entrada, por lo que sólo pudimos verla por fuera. El exterior es bastante austero, no sé cómo será el interior.


Comenzó la navegación, y nos dirigimos hacia Colonia, ciudad en la que amanecimos.


Colonia fue casi totalmente destruida en la II Guerra Mundial, salvo su catedral (aunque sufrió daños) y poco más. No bombardeaban las catedrales porque sus torres servían de punto de referencia a la aviación para orientarse a la hora de bombardear las ciudades (justo en un lateral de la catedral hay una tienda de fotografía antigua en la que se pueden ver fotos de la tremenda destrucción).

En realidad, casi todas las ciudades grandes de Alemania salvo Heidelberg quedaron muy dañadas tras la guerra. Pero, en general, han sido muy bien reconstruidas, y Colonia es hoy una ciudad con mucha vitalidad.

La catedral es impresionante, un espectacular edificio gótico con dos altas torres. Como he comentado, aunque se mantuvo en pie, sufrió algunos desperfectos durante la II Guerra Mundial, y necesitó ser reconstruida en algunos puntos. 


Las vidrieras sí fueron destruidas casi en su totalidad por la onda expansiva de las explosiones, algunas se han reemplazado respetando un estilo más clásico y en otras se ha optado por diseños modernos.


Este arcón de oro contiene, supuestamente, las reliquias de los Reyes Magos. En toda esta zona hay una enorme devoción por ellos, cosa que desconocía; y, de hecho, junto al arca siempre hay muchas velas encendidas por los devotos que van a hacerles alguna petición.


Y ésta es la Virgen de las Joyas. Mucha gente se casa en su pequeño altar, y es tradicional “regalarle” alguna pieza de joyería. Como veis, va bien cargadita de joyas, y se le cambian con frecuencia.


Recomiendo la tienda de recuerdos de la catedral, tiene muchas cosas con diseños originales, no son los típicos “souvenirs”.


Es una ciudad agradable para pasear, con muy buen comercio (yo no llegué a entrar, pero algunos de los compañeros de viaje y los guías recomendaron el "outlet" de Zalando). Tuvimos no demasiada suerte con el tiempo, porque, a pesar del espectacular amanecer, después el día se cerró, empezó a llover bastante, e hizo frío.

El siguiente día, nuestro barco amaneció en Bonn. A priori, no es una ciudad que tenga mucho que ver, pero sí tiene cierto encanto, y merece la pena darse un paseo por sus calles.


Los amantes de la música no pueden perderse la casa de Beethoven, con su tienda de recuerdos. 


Bueno, a Beethoven uno se lo encuentra por todas partes en esta ciudad: no hay tienda sin su busto, dibujo, figurita o cuadro de Beethoven, hay "graffiti" con la cabeza de Beethoven, dulces con la imagen de Beethoven... El músico, y los ositos "Haribo", son omnipresentes en Bonn.


Nos gustó mucho también el edificio de la Universidad de Bonn, y su entorno de parques y edificios.


Por la tarde, después de unas horas de navegación, llegamos a Linz am Rhein (no confundir con Linz de Austria). 


Es un pueblo encantador, típico alemán, con sus casas de colores con vigas exteriores de madera y llenas de flores y plantas. 


Por esta puerta se entra al pueblo...


Si os fijáis con detenimiento, veréis que en los muros hay una serie de placas en las que se lee la palabra “HOCHWASSER” (“agua alta” o “crecida”) y distintas fechas. Marcan el punto al que llegó el agua en diversas crecidas del Rin. Aquí las podéis ver con más detalle:


El pueblo es pequeño, pero, como todas sus calles son muy atractivas, uno pierde la noción del tiempo mientras pasea por ellas. 


Me sorprendió la cantidad de peluquerías que había, desconozco la razón. También encontramos muchas tiendas de artesanía y de dulces, pero hay que tener en cuenta que cierran temprano: en torno a las 6 de la tarde ya la mayoría han cerrado sus puertas.


Aquí tenéis el cartel anunciador de una pastelería tradicional.


Éste es el cementerio del pueblo. Los cementerios, en estas poblaciones pequeñas, suelen estar en la parte externa de las iglesias, y, contrariamente a lo que ocurre en otros países, aquí son lugares muy poco tétricos, y se pasea por ellos como si se tratara de un parque.


Y aquí vemos la parte más moderna del pueblo, que está al otro lado del río, y a la que se cruza por un pequeño "ferry". 



Durante la noche navegamos por el Rin y cambiamos de río; pasamos a uno de sus más importantes afluentes, que es el Mosela. Al navegar, atravesamos varias esclusas, aunque casi no nos dimos cuenta porque las pasamos bien entrada la noche. 

Y ya amanecimos en la preciosa población de Cochem, a orillas del Mosela, ya en plena zona vinícola (los vinos del Mosela son altamente recomendables). Su foto encabeza la entrada del blog, pero os voy a compartir unas cuantas más, porque merece la pena hacer un pequeño recorrido por este pueblo.


Ésta es la torre de la iglesia de San Martín.


Cochem fue una de las mejores etapas del viaje, puesto que, aunque es un pueblo no demasiado grande, ni cuente con grandiosos monumentos, su emplazamiento, su castillo, sus callejuelas de coloridas casas con entramado de vigas de madera y su aire de haberse detenido en el tiempo lo hacen uno de los más bonitos de todo el recorrido por los dos ríos.


En las faldas de la colina en la que se encuentra el castillo podéis apreciar los viñedos.


Aparte del castillo, al que se sube por una empinada cuesta y que puede visitarse por dentro, aunque siempre con visita guiada, con guías sólo en inglés y en alemán, lo mejor para disfrutar Cochem es callejear, pasear sin rumbo fijo por sus callejuelas, aunque también encontramos muchas cafeterías y pastelerías donde reponer fuerzas. Y es también muy recomendable recorrer el paseo situado en la orilla del Mosela, el "Moselpromenade", en el que también hay bares y tiendas.


Ésta es la Marktplatz o Plaza del Mercado, donde se encuentran el ayuntamiento y muchos bares y tiendecitas de recuerdos.


Otra vista de la plaza.

Y éste es el ayuntamiento, situado en la misma plaza.



Es conveniente ir temprano, o quizá a última hora de la tarde, porque según va avanzando el día, se llena de turistas.

También se puede aprovechar para visitar alguna bodega y probar los vinos del Mosela que, como digo,  merecen muchísimo la pena.


A orillas del Mosela, con un buen vino, os dejo de momento. Continuará...

Espero que os haya gustado.




 



Comentarios

  1. Este es un viaje más cercano, pero nada que envidiar a otros lugares, la verdad es que en las fotos se ven lugares preciosos y con todo lo que cuentas lo confirmas. Esos cruceros con barcos tan inmensos tampoco me acaban de convencer, mejor algo más relajado.
    Besos.

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  2. Como siempre da gusto viajar contigo, las fotos preciosas en este caso yo mejor me quedo en tierra por eso de ver tanta agua 🤭besinos

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  3. ¡Qué bonito! Convencional o no, seguro que lo habéis disfrutado de lo lindo. Un abrazo guapa ¡feliz finde!

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  4. Fantásticas vacaciones y extraordinario viaje, como todos los tuyos que son para dejar una huella imborrable.
    Yo solo he hecho un crucero en toda mi vida y aunque no tengo mal recuerdo, será porque iba acompañada de aquellos a los que más quería, no me quedan ganas de repetir, el mar se había enfurecido y gran parte de los que allí estábamos, por no decir todos, se habían mareado, la que escribe incluida.
    Con tus fotos, me imagino viajando, con eso me doy por satisfecha.
    Te dejo un fuerte abrazo y agradezco tus letras en mi espacio.
    Kasioles

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  5. Hola Marga. Como era de suponer tu entrada sobre vuestro viaje era esperada como agua de mayo, aunque dadas las circunstancias ya en cualquier mes es bien recibida el agua.
    Un reportaje, en esta ocasión bastante más cercano pero ello no significa que no sea menos atractivo. Pienso que hay lugares cercanos, incluso en este país, antes llamado España, que no tienen nada que envidiar a otros mucho más lejanos. cierto es que no contamos con ríos de la envergadura del Rin ni con sus castillos pero hay otras muchas cosas dignas de ver.
    Me ha encantado el reportaje y si algo me ha llamado mucho la atención, todo en general, pero ese pequeño pueblo final de tu entrada que me parece tiene que ser una joya.
    Gracias por el reportaje, nos has hecho conocer unos lugares que desconocía, solo vistos por televisión pero que en nada mejoran a este tan cercano como el que nos has mostrado.
    Un abrazo.

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  6. Qué bonito viaje habeis hecho!!! Nosotros estuvimos hace tres años por la Selva Negra y nos encantó, Lleno de pueblos encantadores.
    Besitos fuertes

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  7. El viaje es divino, me encantan esos pueblos tan vistosos y frescos, y el crucero se ve estupendo, a pesar de que no me llaman la atención especialmente. Tengo que seguir tus pasos en lo que a viajes se refiere, siempre nos pones los dientes largos.
    Bss

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  8. Marga, me alegra mucho que por fin hayáis viajado en estas pequeñas vacaciones. Como dices, todo tiene sus pros y sus contras, pero lo importante es que lo hayáis disfrutado. Siempre es un placer leer tus crónicas de viajes y ver las fotos

    Abrazos!

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  9. ¡Hola Marga! Después del tiempo transcurrido por la pandemia, para viajar tenemos que coger ritmo como en el deporte. Como la situación actual no revierte exceso de tranquilidad, mejor no alejarse demasiado, por si acaso. Veo que habéis realizado un viaje muy tranquilo, es verdad que hay etapas que te piden uno u otro tipo de viaje, no siempre apetece lo mismo. Te han quedado unas fotografías muy bonitas, espero las siguientes.
    Feliz semana.😘

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