Canadá (III): Tadoussac y Lac-à-l'Eau-Claire.






Vamos a continuar con otra etapa del viaje a Canadá, porque, si lo retraso más, veo que se me va a juntar la crónica del viaje anterior con la salida del siguiente, jajajaja. Este verano (complicado por diversas razones), me está costando escribir, pero hay que ponerse ya a la tarea.
En esta ocasión, haremos un pequeño recorrido por diversas zonas de la provincia de Québec: Tadoussac y Lac-à-l’Eau-Claire.



Tadoussac es un atractivo pueblo de menos de 1.000 habitantes, situado en la confluencia de los ríos Saguenay y San Lorenzo. Es punto de partida de las excursiones para ver ballenas y otra fauna marina, y, al mismo tiempo, un lugar muy tranquilo en el que relajarse.
Nosotros nos alojamos en el hotel Tadoussac, un “tres estrellas” lleno de encanto, con un emplazamiento fantástico y un jardín con unas fabulosas vistas de la bahía.
Aquí tenéis la fachada del hotel, y parte del jardín.


(Como siempre comento: viajamos en grupo, con amigos, pero hay mucha gente que no quiere aparecer en internet, por eso procuro evitar las fotos en que salgan otras personas, salvo que no me quede más remedio que usar esas fotos porque no tenga otra del sitio en cuestión... y entonces las "tuneo").
Ésta es la entrada del hotel, con la omnipresente decoración de Halloween...


Nuestra primera actividad fue, cómo no, el avistamiento de ballenas (o más bien el INTENTO de avistamiento de ballenas). Pero, como siempre digo, antes hay que comer. 
Como el horario de salida de los barcos complicaba la posibilidad de comer en un horario cercano al español (y con “cercano” me refiero a la 1/1 y media), optamos por un almuerzo algo más “consistente” de lo habitual en el café “Bohème”, en torno a las 12 del mediodía.


Es una pena que, dada la hora, no tuviéramos demasiada hambre, porque el local ofrece muy buenos platos (y, como siempre, con raciones grandes). Pero es un sitio muy agradable para comer o cenar, picar algo, o tomar una cerveza.
Yo elegí este “mini” sándwich de langosta y gambas. Muy rico, pero tan grande que acabé comiéndome “lo de dentro”, como los niños pequeños, jajaja (y me dejé las patatas).



Después de cargar baterías, nos dirigimos hacia el barco que nos llevaría por el río San Lorenzo, en busca de las ansiadas ballenas y demás fauna marina. Estos recorridos se pueden hacer en zodiac o en barcos más grandes, y nosotros escogimos la segunda opción.



(Como podéis ver, las aguas del río estaban moviditas...)


Tengo que hacer una advertencia: las ballenas acuden al estuario del río San Lorenzo a pasar el verano, entre mayo y octubre. Tanto al principio como al final de la temporada, las posibilidades de ver ballenas disminuyen, bien porque no hayan llegado o porque ya se hayan ido.
En nuestro caso, lamentablemente, está claro que las ballenas habían salido ya con destino a zonas más cálidas... porque no vimos ni una, jajaja. Vimos algunas focas grises, pero no ballenas. Así que, si estáis especialmente interesados en el avistamiento de ballenas, mejor visitar esta zona en verano.
En cualquier caso, el recorrido en barco, y el paisaje, merecen la pena (aunque, como en mi caso, os mareéis un pelín).



Terminada la excursión, aprovechamos para dar una vueltecita por el pueblo.


No es muy grande, así que se recorre pronto, pero el paseo es muy agradable.

Las casas tienen mucho encanto; en muchas de ellas, las puertas ya estaban bien cerradas y las ventanas aseguradas con contraventanas de madera, puesto que la temporada turística estaba terminando, y en invierno muy poca gente permanece allí.


Éste es el paseo marítimo, con vistas a la bahía.


Y la vista de la playa y la bahía, desde el hotel.



El día estaba bastante desapacible, ¡y eso que sólo era octubre!



Como ya llevamos un rato largo sin comer nada😜... pues vamos a tomarnos una buena cena en un estupendo restaurante: "Chez Mathilde". 



Un pequeño restaurante, con excelente cocina que combina la tradición y el toque moderno, con excelentes productos de la zona (y con las raciones "grandecitas" propias del país).
Todo lo que probamos estaba delicioso. Aquí tenéis un salmón fresco a la parrilla con fresas...



... Y el chuletón de buey.


Dejamos ya Tadoussac, pero, antes de llegar al siguiente destino, haremos una paradita en una de las llamadas "cabañas de azúcar" (sí, seguimos comiendo, jajaja), en las que se elabora el sirope de arce, producto de lo más típico de Canadá.


La cabaña que visitamos se llama "Chez Dany".


En ella, después de cantar y bailar, de servirte una comida con platos típicos de la zona, de los que puedes comer literalmente hasta reventar (el restaurante es de los que ellos llaman de "all you can eat"), te muestran el proceso de fabricación del sirope de arce, y, al final, acabas haciendo unos "caramelos" de sirope de arce en la nieve, como veis aquí (se echa el sirope caliente sobre la nieve (en este caso, hielo, porque aún no había nevado lo suficiente), se coloca un palito de madera, tipo polo, ¡y ya tenemos nuestros caramelos de sirope de arce!.



Para que os hagáis una idea de los planteamientos gastronómicos del restaurante, aquí os dejo un cartel que cuelga en una de sus paredes (está en francés, pero se entiende).



(Más o menos: "Nunca te fíes de un cocinero delgado", jajajaja).

Y así, con esta dieta tan poco mediterránea (prometo que ya no hablo más de comida en esta entrada), llegamos a Lac-à-L'Eau Claire. 


En la provincia de Québec abundan los lagos. Y, concretamente, en el término de Saint-Alexis-des-Monts, se encuentra el Lac-à-L'Eau Claire, rodeado de bosques, montañas y otros lagos más pequeños.



En él hay un complejo hotelero, compuesto por un hotel, cabañas, y chalets más grandes, en el que nos alojamos (concretamente, en las cabañas, como ésta):


Las cabañas resultan muy cómodas para viajar en familia (sobre todo con niños), o con grupos de amigos. Nosotros teníamos incluidas las comidas en el restaurante del hotel, pero las cocinas están perfectamente equipadas si se quiere prescindir del servicio del hotel y comer "en casa".
Ésta era la chimenea del salón.



Por otra parte, las cabañas están lo suficientemente distantes unas de otras para que no molestemos a nuestros vecinos (ni ellos a nosotros).



El paisaje de la zona es una absoluta maravilla.
Nosotros llegamos al final de la temporada otoñal, época en la que las actividades suelen reducirse al mínimo hasta que comienza la temporada de invierno (en la que se practica esquí de fondo, patinaje, pesca en el hielo...). Pero existen actividades para todas las épocas del año. Además, hay una piscina cubierta, de agua caliente, y spa (en el enlace que he puesto más arriba se pueden consultar todas las actividades y ofertas).

Y nos dedicamos a recorrer la zona. Un día, en "buggies".



Es una excursión muy cómoda si se viaja con gente que no pueda caminar demasiado. Eso sí, se pasa un frío tremendo en otoño, pero te proporcionan trajes aislantes, cascos, y mantas.

Con los "buggies" se cruza algún que otro río...


...y se atraviesan zonas boscosas.


...recorriendo senderos no muy amplios y rodeados de vegetación...



... y haciendo paradas en las orillas del lago.


(Observad el ligero y veraniego atuendo que me puse para el recorrido en el cochecito, jajajaja).

Y otros días, el recorrido se hizo a pie.



Caminamos por zonas más boscosas, otras cercanas a pequeños ríos, lagos...



Aquí podéis ver un dique de castor, o sea, una presa construida por los castores.

El otoño, en estos bosques, es todo un lujo.



Nosotros no lo disfrutamos en todo su esplendor porque, según nos comentaron, pocos días antes había hecho mucho viento, que hizo caer muchas de las hojas. Aún así, los paisajes impresionan.

Ésta era la vista desde el porche de nuestra cabaña.


Un espectacular amanecer otoñal.



Y uno de los embarcaderos del lago.


Entre las hojas caídas habían aparecido setas... y un poquito de escarcha. Colores mezclados del otoño...


Para los amantes del aire, existe también la posibilidad de realizar un recorrido en hidroavión, sobrevolando los bosques y los lagos.


Aquí tomo las fotos prestadas de mis amigos, puesto que a mí los aviones pequeños me hacen poquita gracia y no volé. Pero, si os gusta, podréis disfrutar de espectaculares vistas como éstas...


...y éstas.



Con una imagen del anochecer en Lac-à-l'Eau-Claire os dejo por esta vez. Continuará, y espero que bien pronto, para que no me "pille el toro" con los viajes...




Comentarios

  1. Madre mía que pasada de viaje y las fotos son un preciosidad, muy originales los caramelos...y ese " mini"sándwich ? no quiero pensar como seria el normal....jjjj. besinos

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    1. Jejeje, las raciones eran enormes. Un besote, y gracias por comentar.

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  2. ¡Qué envidia de viaje Marga! Y nosotros aquí con calorazo, jjj Qué curiosas las comidas, el salmón a la parrilla con fresas un puntazo! BSS guapa!

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    1. Ese salmón estaba riquísimo, sí.
      Un beso, y muchas gracias por comentar.

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  3. Un sitio que me gustaria ver, bonitos lugares y las casas muy bonitas besitos

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  4. Haces unos viajes impresionantes, ya veo que no te asustan las largas horas de vuelo.
    Pero tienes razón en que vale la pena tan solo por contemplar tan bellos paisajes, todo lo que has visto es para escribir una novela.
    Yo huyo de los viajes en barco, aunque sean cortos y la mar esté movidita, ya me llegó un crucero que hice por el Mediterráneo y una vez y nada más.
    Te admiro por lo valiente y decidida que eres. Estás guapísima.
    Cariños en abrazos.
    kasioles

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    1. A mí tampoco me gustan los barcos, tengo mucho respeto al mar. Pero, en este caso, el viaje era cortito, jejeje.
      Un abrazo.

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  5. Qué bonitas fotos Marga!!! unos paisajes espectaculares. Tengo un amigo que acaba de volver de un viaje por Canadá y viene maravillado.
    Yo tambien he estado alejada del blog unos meses, espero volver con más asiduidad.
    Besitos guapa

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    1. Canadá es una maravilla, merece la pena el viaje.
      Un beso, guapa.

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