Revuelto de morcilla y piñones

Aquí estoy de nuevo con una de esas "recetas que no es ni receta", y que tan socorridas son cuando andamos más liados que la pata de un romano (cosa que, en los últimos años, viene siendo una constante en mi vida, por unos motivos u otros).
Parece una tontería, pero el toque de los piñones cambia completamente la receta. Lo hacía antes sin ellos, pero seguí las recomendaciones de una amiga, lo probé... y os aseguro que pasa de ser un revuelto "normalito" a uno de lujo.
No sólo nos sirve como plato, sino también como relleno de tartaletas, volovanes, saquitos de hojaldre... particularmente, la combinación con hojaldre resulta riquísima.
Utilizo, normalmente, morcilla de Burgos (porque, aparte de ser la que más me gusta, tengo la suerte de que una amiga de la zona me proporciona morcillas de la mejor calidad). Pero, si os gusta otro tipo de morcilla, probad también, que seguramente estará delicioso.
Vamos con la receta (se tarda más en subir las fotos del paso a paso que en prepararla):

INGREDIENTES:

(Para 4 personas)
Una morcilla de Burgos (unos 300-350 gramos)
4-5 huevos
Un puñado de piñones.
(En principio, no necesita sal, pero, si os gusta la comida algo más salada, se le puede añadir un pellizquito).


PREPARACIÓN:

"Pelamos" la morcilla, y la partimos en rodajas.

Ponemos las rodajas de morcilla en una sartén, y las salteamos a fuego medio, troceándolas al mismo tiempo con una cuchara de madera.

No hace falta aceite, se cocina con su propia grasa.

Cuando se vaya cocinando la morcilla, agregamos los piñones, removemos, y salteamos durante unos 2-3 minutos más.
(Nota: pueden también rehogarse previamente los piñones, sin aceite, durante 2-3 minutos, y después añadir la morcilla).

Añadimos los huevos batidos, y removemos bien hasta que se cuajen.

El punto de cuajado depende de vuestro gusto, aunque no conviene dejarlos demasiado resecos.

Y a disfrutar. Está más rico caliente y recién hecho.