Sri Lanka (1ª Parte)

Como todos los años, aproximadamente por estas fechas, llega a “El Puchero de Morguix” el momento de la crónica viajera. Y, como siempre, esta crónica va “por etapas”, e iré alternando su publicación con recetas, para no resultar demasiado pesada.

Este año, el viaje ha tenido como destino Sri Lanka, un país acerca del que, lo confieso, no tenía demasiados datos. Sí, sabía que, hasta hace poco, se llamaba Ceilán (de hecho, mi madre no conseguía saber a dónde íbamos hasta que le dije que era Ceilán, jajaja). También que era un país mayoritariamente budista (¡por fin no nos iba a despertar el muecín todos los días a las 4 de la mañana, como en varios de los últimos viajes!. ¡Aleluya!), uno de los principales productores de té del mundo, y que, en los años 90, era un destino peligroso porque había muchos ataques terroristas por parte de los independentistas (Señor, ¡qué cruz!) de ciertos territorios del país. Pero no conocía nada de sus monumentos, ni de sus paisajes, ni de su cultura.

Y me ha sorprendido muy agradablemente. Un país muy tranquilo, de gente muy amable, y con lugares auténticamente maravillosos, tanto en lo que se refiere a paisajes como a templos y construcciones.

No ha sido un viaje tan duro como el del año pasado a Indonesia, aunque también había trayectos largos en autobús, pero las distancias no eran tan enormes ni los recorridos se hacían tan pesados, a pesar de que no es que se conduzca al estilo occidental, precisamente (ya os contaré algo sobre las carreteras), porque se hacían paradas intermedias.

Eso sí: calor y humedad, todo el que queráis, salvo en Nuwara Eliya, la zona de las plantaciones de té, que está a 1.800 metros de altitud. Nos tocó el final del monzón, con todo lo que ello implica: agua, agua, y más agua (pero agua de verdad: 2 minutos bajo un aguacero equivale a caerse a una piscina, a efectos de "ropa calada").

Entramos y salimos del país por Colombo. Pero a esta ciudad me referiré en otra entrega de la crónica. Ahora vamos a hablar de la primera parte del viaje: la zona centro-norte del país (Provincia Central del Norte, según mi móvil, jajaja), aunque, si miramos un mapa, es más centro que norte. Pero, bueno, doy el dato a título orientativo.

Ahora voy a empezar por la primera visita de interés que hicimos en esa zona: el templo de Dambulla, un templo compuesto de varias cuevas excavadas en la roca, con muchas (más de 100, en torno a 150) imágenes de Buda en diversas posturas (tumbado...

...en la posición del loto, del medio loto... 

...en pie...

... y, dentro de cada postura, con variantes, porque se le representa con las manos colocadas formando distintos "mudras" ). 

Las más antiguas datan del siglo I a.C, y las más recientes son de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Y también hay imágenes de dioses hindúes.

Todas las paredes están pintadas, representando escenas de la vida de Buda, y otros temas budistas.

La iluminación da un aspecto mágico y misterioso a todo el recinto.

...como se puede apreciar aquí, por ejemplo.

Otras imágenes del interior:

Esta es la entrada al templo.

Y este es su aspecto exterior, con un estanque con flores de loto (todo Sri Lanka está lleno de nenúfares y lotos).

Para llegar al templo hay que subir "unas cuantas" escaleras, cosa que ocurre con frecuencia en Sri Lanka (lo de subir cientos de escaleras, quiero decir, aunque este templo no es de lo más complicado de acceder). Al pie de esas escaleras, nos encontramos con un horroroso y "kitsch" templo moderno, el "Templo Dorado", con un enorme Buda de moderna creación, y un museo (todo ello, según nos dijeron, orientado a sacar dinero a los peregrinos budistas), pero no merece la pena que os detengáis ahí: no hay nada de interés. Por no haber, no hay ni foto: no hicimos ninguna.

En esta misma zona visitamos también el templo del Buda de Aukana o Avukana (lo he visto escrito de las dos maneras), con este "pequeño" Buda de 13 metros de alto.

Para que nos hagamos una idea de su tamaño, aquí podéis ver al guía dando sus explicaciones a los pies de Buda. El guía mediría sobre 1,70, más o menos. 

Este Buda está esculpido en la roca, y parece ser que tenía un templo construido alrededor, aunque quedan sólo algunas paredes. Es del siglo V de nuestra era.

La verdad es que impresiona...

Siguiendo con Buda (estamos en un país budista en su mayoría, así que es lo que hay, jajaja), ahora vamos a acercarnos a visitar Anuradhapura, una de las capitales más antiguas de Sri Lanka...

... en la que, aparte de las ruinas de dicha capital, existen varios templos budistas, entre ellos el que conserva un árbol que se cree es un esqueje de aquél bajo el que estaba sentado Buda, meditando, cuando alcanzó la iluminación (y que está en la India). Parece ser que se plantó el año 249, y que fue llevado a Sri Lanka por la hija de un emperador indio (Ashoka). Hoy se encuentra muy protegido, con muchas de sus ramas apuntaladas o sujetas por cables.

Como os podréis imaginar, el árbol es venerado como un símbolo sagrado, y la gente va a sentarse a sus pies a rezar o meditar, y allí (en los soportes, no en las ramas) cuelgan sus plegarias, y banderas budistas, 

Aquí vemos una "estupa" de uno de los templos.

Arunadhapura fue establecida como capital, por lo visto, desde el siglo IV antes de Cristo, pero alcanzó mayor importancia en los siglos II-III de nuestra era. 

Después, empezaría su decadencia, y terminaría siendo reemplazada por Polonnaruwa... pero allí iremos otro día, jajaja. De momento, vamos a darnos un paseíto por sus ruinas...

...lo que queda de los antiguos templos y palacios...

...y los antiguos estanques-piscina de los monjes budistas...

...entre la exuberante vegetación, tan verde (¡como para no estarlo, con la que cae todos los días, jajaja!).

...y con estos encantadores y simpáticos monos, omnipresentes (había miles). Éste parece estar un poquito de mala leche, jajaja.

Pero no sólo de Buda vive el hombre, por muy espiritual que sea. También aquí hubo guerras, y fortalezas, y castillos... así que nos vamos a ir a una de ellas: Sigiriya, en lo alto de una roca.

(Ésta es la vista de la roca, desde nuestro hotel, el Aliya Resort & Spa, muy bonito y agradable. Es la roca de la derecha).

Para lo cual, habrá que subir en torno a... ¡1800 hermosos escalones, 1800!, jajaja. O sea: después de ejercitar el espíritu con tanto templo, toca ejercitar el cuerpo.

Así que os recomiendo que vayáis tempranito, cuando no aprieta demasiado el calor (no importa si llueve flojito, incluso resultará más agradable la ascensión). Pero que no cunda el pánico: si subo yo, sube cualquiera, salvo que padezca de vértigo, porque el último tramo (sobre todo, el descenso), impresiona  un pelín. En especial, si tenéis la mala fortuna de bajar mientras sube un grupo de turistas maleducados (en este caso, chinos) que no tienen reparo en empujarte mientras se abren paso.

Por eso, también, conviene ir cuanto antes, para evitar las hordas turísticas. 

Un poquito de Historia: En el siglo VI, un príncipe, Kassapa, se rebeló contra su padre, el rey, y le arrebató el trono (previo asesinato, que estas cosas suelen ser sangrientas, jajaja). Como su hermano (y heredero legítimo), no estaba, obviamente, muy de acuerdo con el asunto, y previendo el ataque, se construyó su palacio-fortaleza en lo alto de esta roca. 

A pesar de todo, perdió, y dicen que se suicidó.

Otras teorías dicen que esta historia es falsa, que lo que había arriba era un monasterio budista.

Y los hay que combinan las dos teorías, y opinan que primero fue fortaleza y después, tras la derrota del rey usurpador, se convirtió en monasterio. 

No sabemos cuál de ellas será la verdadera... pero, en cualquier caso, las escaleras no nos las quita nadie, jajaja. Eso sí: merece la pena tanto el ascenso (y os lo dice una vaga redomada) como las vistas desde lo alto.

"Sigiriya", por lo visto, significa "Roca del León"... y aquí veis sus patas.

Llegamos a los jardines que rodean la roca en este medio de transporte... un paseo muy agradable y divertido.

... y, por el camino,nos encontramos con este Buda y su cobra...

Aquí estoy yo (como siempre, hinchada en estos viajes: os aseguro que, en España, soy al menos una talla menor de lo que aparento aquí, jajaja), al pie de la roca...

Pero os pongo la foto no por mi careto de calor, sino para que os hagáis una idea de la altura de la roca.

A los monos les da igual: escalan lo que haga falta, jajaja.

A medio camino, nos encontramos con estos frescos, pintados en una cueva de la roca. Son del siglo V.

Impresionantes. ¿Verdad?

Y otra vista panorámica desde lo alto.

Al bajar, el paseo por los jardines que rodean la roca es muy agradable.

En fin, por hoy nos quedamos al pie de la fortaleza de Sigiriya. Si no estáis roncando todavía, os agradezco por haber leído hasta el final, jejeje.

(Continuará...)